Casa solariega del linaje Revuelta en Vega de Pas

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Casa Bar Mexico


  La prosperidad de la ganadería y del cultivo del maíz entre los siglos XVI a XVIII y la propia independencia del Valle de Carriedo, lograda por los pasiegos en 1689 de manos del rey Carlos II, trajo como consecuencia la creación de los cascos urbanos y plazas de las tres villas pasiegas de San Pedro del Romeral, San Roque de Riomiera y Vega de Pas que ya se habían ido  poco a poco formando en torno a sus iglesias, aunque ahora crecían con sus edificios administrativos, las viviendas de familias adineradas y básicamente los comercios que abastecían a una población cada vez más estable y numerosa. El nuevo modelo de arquitectura urbana que se desarrolla en estas plazas y cascos de las villas, principalmente entre los siglos XVII a XIX, comprende casas abuhardilladas, generalmente de planta rectangular, con solanas entre muros cortafuegos de ménsulas molduradas o bien balcón volado donde el estragal es inexistente para dejar paso al zaguán abierto o aceras de uso comunitario, balcones que a lo largo del siglo XIX y XX y por influencia de las modas en los grandes espacios urbanos fueron sustituidos en numerosas ocasiones por galerías acristaladas para protección del frío y la lluvia. Su disposición en hileras y unas junto a otras dará lugar a hermosos conjuntos arquitectónicos de obras variadas en las plazas de las tres villas, aunque con unas características comunes, encontrándose algunas de ellas blasonadas con escudos nobiliarios que denotan una buena posición social y una desahogada condición económica en el momento de su construcción. Dentro de este casco urbano en Vega de Pas contamos con una de las casas más representativas del estilo de casa  tradicional de Cantabria cuyo primitivo solar fue cuna de un muy antiguo linaje pasiego, el del apellido Revuelta.

   Emplazada en el lugar conocido como La Calza, en el cruce de carreteras hacia Espinosa de los Monteros, Entrambasmestas y la propia plaza del pueblo, la casa alberga en la actualidad el restaurante México en su planta baja y la vivienda de los propietarios en un primer piso y otro bajo la cubierta original a tres aguas. La que nos ocupa quizá sea hoy en día una de las casas mejor conservadas y de mayor empaque visual, testamento arquitectónico de buenas intenciones con su recio tejado de lastra bien visible, destacada y hercúlea galería, robustos cortafuegos sobre ménsulas que protegen la solana, convertida hoy en día en otra galería y que resguardan también los poyos de piedra para asiento de huéspedes adosados a sus muros y por rúbrica un bello y nada opulento escudo nobiliario, timbrado por yelmo y con adorno de lambrequines, que se corresponde con las armas de Revuelta.

   La tradición histórica de la Edad Media, recogida entre otros por Adriano García Lomas en su estudio Los Pasiegos, nos cuenta que allá por el siglo XI los infieles destruían y arrasaban cuantas poblaciones encontraban a su paso llegando a entrar en el norte de España y asediar una de las plazas más importantes, el puerto de Santa Oña (Peñate de Sancta Onia, Santoña) que durante el dominio del conde Sancho García había sido agregada a las propiedades del abad o abadesa del monasterio de San Salvador de Oña en Burgos. Bajo el dominio del conde de Castilla don Fernando I (1016-1065) el mencionado puerto estaba a punto de sucumbir bajo las fuerzas moras que provocaron la huída acelerada de sus defensores. En su desesperación, un pasiego de las Montañas del Pas llamado Alvar (Albérico_ Álvaro_ Álvarez) decidió, junto a un puñado de valientes guerreros, darse la vuelta y atacar con decisión a las tropas invasoras. Tal fue  el entusiasmo que despertó Alvar entre sus hombres que sembró el pánico y la desolación entre los musulmanes derrotándolos completamente. El conde Fernando I de Castilla, que ya se había proclamado rey de León, pasó a ser gracias al pasiego Alvar un ejemplo de enérgico reconquistador y pudo someter a varios reinos de Taifas a pagar las parias (impuesto por la protección y no por ser atacados) al reino leonés. Por tan señalada defensa y valentía al “revolverse” contra los invasores en la batalla del puerto de Santa Oña, Fernando I concede a Alvar el título de Revuelta como apellido para él y sus descendientes, evocando con ello el hecho de haberse vuelto contra el enemigo con valentía.

    El solar familiar de los sucesores de tan insigne pasiego en la villa de Vega de Pas se localizaba en el sitio de La Calza, donde siglos después sus descendientes construirían la casa que lleva el emblema heráldico de su digno apellido Revuelta y del que hicieron probanza de su hidalguía y limpieza de sangre en la Real Chancillería de Valladolid, en la que se encuentran más de medio centenar de expedientes de nobleza con dicho apellido indistintamente escrito como Revuelta o Rebuelta. “Este linaje verdaderamente solariego, pues no consta que haya salido en ocho siglos de la comarca que nos ocupa, se extendió por el territorio enlazándose con la familia Carral, de San Pedro del Romeral, siendo realmente Andrés (Revuelta) y Catalina García, ambos de San Pedro del Romeral, los primogenitores de los Revueltas, que con el tiempo habían de establecerse en Espinosa de los Monteros y dar Monteros a la Corporación.” (García-Lomas, Adriano. Los Pasiegos. Edit. Librería Estudio, Santander, 1977)


Las casas de personas destacadas por su historia noble representaban en ocasiones el linaje de su familia en escudos adheridos a sus muros como sello y prueba de su limpieza de sangre, a menudo demostrada ante la Sala de Hijosdalgo de la Real Chancillería de Valladolid en la que se veían todos los procesos relacionados con el reconocimiento de la hidalguía de sus súbditos, cuestión de gran importancia por las implicaciones políticas y económicas que tal condición acarreaba, como era la exención de impuestos y el derecho a disfrutar de los oficios concejiles reservados a los nobles. Estos pétreos blasones muestran las armas correspondientes a la familia en particular del edificio en que se exhiben, no a todos los que portan ese apellido, aunque contienen una simbología como denominador común de él. El escudo nobiliario que honra la casa solariega del linaje Revuelta en Vega de Pas nos habla de armas, de hechos, de personas, de batallas, de poder y tradición a través de unas alegorías encerradas en un campo partido y cortado de dos: 1) León rampante. 2) Cruz flordelisada. 3) Brazo armado que corta una cabeza. 4) Tres calderas con sierpes en las asas (dos y una). 5) Tres fajas. 6) Dos cruces latinas en jefe y una lis en punta. Armas de Revuelta. (González Echegaray, Carmen. Escudos de Cantabria, tomo V, Institución Cultural de Cantabria, Santander 1983.)

   El origen de la primera fábrica de la casa lo desconocemos aunque sabemos que una vez reformada, o quizá levantada de nuevo, a principios del siglo XVIII perteneció a la estirpe de don Manuel Revuelta del Prado, nacido en Nuestra Señora de la Vega (Vega de Pas) un 26 de marzo de 1719 y casado con María López Conde, de cuyo matrimonio curiosamente encontramos a un hijo, Fernando Manuel Revuelta López, con su expediente de hidalguía ejecutado en el año 1783 (Extracto de expedientes de los pleitos de hidalguía del siglo XVIII que se conservan en el Archivo de la Real Chancillería, publicado bajo la dirección de Vicente de Cadenas y Vicent, subdirector del Instituto Salazar y Castro en 1998. Legajo 1.162, Nº 8, expediente 16.246) A mediados del siglo XIX el edificio es ocupado por el presbítero regente de la iglesia de Vega de Pas don Juan Bautista Cobo del Prado, quien entre otras cosas fue el impulsor de la restauración del templo religioso de la localidad en el año 1860, a cuya muerte años más tarde los herederos, representados por su apoderada Doña Teresa Oria Cobo, arriendan la casa al ayuntamiento en 1898 para destinarla como cuartel de la Guardia Civil.

   Años antes, concretamente en 1883, se había instalado en Vega de Pas el primer cuartel de la benemérita fuerza en una casa de Sel del Río propiedad del entonces secretario del Ayuntamiento don Pedro Diego Oria, aunque el contrato fue por tan sólo tres años, procediendo en 1887 la corporación a solicitar de nuevo el destino fijo de la Guardia Civil en el pueblo, pues dependían del puesto de Luena y eso acarreaba, además de inseguridad, numerosos gastos de manutención del personal, traslado de efectivos, pienso para los caballos y demás desembolsos derivados: “...y por último acordaron solicitar por el Ayuntamiento un puesto de la Guardia Civil para esta villa y máxime con motivo de la carretera que se está construyendo y algunos casos de ratería que se dice empiezan a observarse y atender a los montes que de tanta necesidad es.” (Sesión de 12 de noviembre de 1887. A.H. leg.8 -005 DSCN 2224). Pero la disposición no tendrá lugar hasta ese año de 1898 cuando el Ayuntamiento de Vega de Pas, presidido por su entonces alcalde don José Diego Madrazo, llega a un acuerdo con el ministro de la Gobernación, representado por don Mariano Muñoz Casasuelo como comandante primer jefe de la Guardia Civil y se ofrecen a proporcionar gratis una casa con huerta que reuniera las condiciones para la instalación de dicho puesto y esta no fue otra que la casa solariega de los Revuelta, compuesta de piso principal, planta baja y desván y señalada con el número 10 en el ordenamiento urbano del siglo XIX: “El Ayuntamiento de Vega de Pas en representación del municipio y doña Teresa Oria Cobo, con poder de su marido Ramón Crespo Oria, han acordado y convenido lo siguiente: 1º El Ayuntamiento da casa para cuartel de la Guardia Civil en esta villa. 2º La señora Teresa Oria, como partícipe en la casa que hoy sirve de cuartel y como apoderada de los demás herederos del finado capellán don Juan Bautista Cobo del Prado, cede dicha casa con dicha huerta para que continúe en ella la fuerza de la Guardia Civil por la renta anual de 250 pesetas que se pagarán al vencimiento del año...” (A.H. Leg. 9- 007, DSCN 7881) Como dato curioso poseemos también en el contrato de arrendamiento la descripción de la vivienda en aquellos años: “Consta de cinco habitaciones para individuos casados. Tiene sala de armas capaz para un soltero. Tiene tres cocinas, una en el piso principal y dos en el desván, estas en su espacioso local y la primera independiente. Tiene un lugar excusado y una cuadra capaz para cuatro caballos.” (A.H. Leg.9 –007 DSCN 7897)

    El solar de los Revuelta permaneció como Casa Cuartel de la Guardia Civil hasta octubre de 1906, cuando el consistorio compra en propiedad por 3.625 pesetas y para alojamiento de la meritoria fuerza una casa próxima que en tiempos pasados albergó la denominada Botica de Arriba, situada en el mismo sitio de La Calza junto al puente y que a día de hoy acoge el bar-merendero y tienda de comestibles Andresito. La hacienda de los Revuelta fue ocupada de nuevo por los herederos del sacerdote Juan Bautista Cobo del Prado y de su sobrina Teresa Oria Cobo hasta que fue adquirida hacia 1915 por el vecino de la localidad Andrés Gómez Pérez que destinó su local bajo a comercio de mesón y tienda de comestibles según consta en los pagos del Ayuntamiento a raíz del incendio del monte de La Frente en el año 1919: “Acordaron pagar a Andrés Gómez Pérez treinta y cuatro pesetas veinticinco céntimos por vino, pan, etc. en la quema de la Frente.” ( Sesión de 14 de octubre de 1919. A.H. Leg. 11, nº 1, DSCN 1687) En los años cincuenta del siglo pasado se arrendó en el edificio el bar El Carmen y pocos años más tarde, en 1963, abrió sus puertas el actual restaurante México a cargo de la hija de Andrés Gómez, Marcela Gómez Revuelta, siguiendo hoy en día la casa en propiedad de sus herederos que por vía materna son pertenecientes también al linaje de tan histórico apellido.


Bibliografía:

Archivo Histórico de la villa pasiega de Vega de Pas.

García-Lomas, Adriano. Los Pasiegos. Editorial Librería Estvdio. Santander 1977.

González Echegaray, Carmen. Escudos de Cantabria, tomo V. Institución Cultural de Cantabria. Santander 1983.

Cadenas y Vicent, Vicente de. Extracto de expedientes de los pleitos de hidalguía del siglo XVIII que se conservan en el Archivo de la Real Chancillería. Instituto Salazar y Castro, 1998.

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