Casa de don Guzmán en Vega de Pas

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La milenaria villa de Vega de Pas, salpicada de cabañas pasiegas entre sus bosques y prados, es uno de los secretos mejor guardados de Cantabria y emblemático lugar de peregrinaje turístico en busca de naturaleza, relajación, casera gastronomía y, cómo no, los afamados sobaos pasiegos de dulce aroma y sabor. Los parajes que ofrece entre sus montañas mezclan el duro trabajo del campo y la ganadería, a lo largo de la historia, con el desarrollo industrial propio del siglo XX y que está representado en la magna obra del ferrocarril Santander-Mediterráneo, tristemente interrumpida y que abre la esperanza ahora con una reconversión en forma de parque temático y centro de interpretación cultural e industrial.

  Dentro del bello conjunto arquitectónico conformado por las casas de su centro neurálgico y plaza, el edificio que guarece la posada Casa de don Guzmán emerge con estilo señorial y distinguido, aportando bella elegancia y un innovador avance al tipo de construcción propio de los pasiegos y cambiante en el tiempo. Fue edificado en 1863 como residencia familiar y su nombre evoca al célebre ingeniero pasiego don Guzmán de la Vega Revuelta, nacido en esta casa en 1875 e inspector general que fue del Cuerpo de Ingenieros Industriales de España.  Desde sus inicios la vivienda ejerció como acogedora morada de destacados miembros de la sociedad industrial y cultural de los siglos XIX y XX, habiéndose alojado en ella distinguidas personalidades como el ingeniero vasco Evaristo de Churruca, la condesa de Yebes, la escritora Maria Teresa León, esposa del poeta Rafael Alberti, o el cineasta Luis Buñuel que la emperejiló con motivo de la inauguración en 1918 del alumbrado público de la villa y costeado por el propio ingeniero don Guzmán de la Vega.

Reconvertida en alojamiento hotelero a principios del presente siglo, se ha distinguido pronto como una de las más emblemáticas casas rurales de Cantabria y sigue manteniendo su carácter como discreta residencia de reconocidas personalidades del mundo social y de la cultura, a juzgar por las acreditadas firmas y dedicatorias que obran en el libro de visitas, celosamente guardado por sus dueños y que sin duda alguna lo convierten en el “Ritz” pasiego de La Montaña.

    Tras su sólida fachada en piedra de sillería, con impostas y balcones de hierro forjado, se disponen once amplias habitaciones con aseo completo, finamente engalanadas y provistas de comodidades propias de nuestra época, ofreciendo al tiempo unos espacios comunes que convierten  la mansión en un improvisado museo de piezas y complementos decorativos de diferentes procedencias y períodos, alternando así elementos de anticuario con modernas obras de arte que rejuvenecen el edificio y donde todo y nada destaca, salvo el buen gusto en su sencillez. Como lugar de esparcimiento el hotel cuenta con un pequeño jardín en su parte posterior, surtido de norteñas camelias y hortensias que aportan una pincelada de color a este improvisado rincón de descanso.

   Los hermanos Javier y Víctor Manuel Gómez Arroyo ejercen como anfitriones de los huéspedes que se alojan en esta hermosa y distinguida residencia en la que, ante todo, prima el ambiente familiar que haga sentir al visitante la comodidad de una casa propia. Es quizá por ello que en este ambiente de la posada Casa de don Guzmán no se hable de clientes y sí de amigos.

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